Las trayectorias que realmente tienen éxito son las que salen de la esencia y representan a quién en ellas ponen cuerpo y alma.
Quién sabe dar nombre a sus propias virtudes y se escucha a sí misma llega a dónde debe llegar. No todo el mundo tiene claro lo que quiere en la vida, sin embargo, hay algunas personas que desde muy pequeñas tienen el talento de proyectar sus sueños y luchar por ellos hasta alcanzarlos.
BETTY
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Betty siempre fue una niña con las cosas muy claras, con cuatro años sus juguetes preferidos eran los peines y su actividad recurrente era ir detrás de la gente para peinarla, seguramente con la inocencia y lo genuino de una niña de esta edad. Se puede decir que tuvo la claridad suficiente para saber escucharse y hacerse caso.
Así a los trece años, cada día al salir de clase, se iba directa a trabajar en la peluquería que había frente a su casa. A los catorce estudiaba ya en una academia de peluquería. Sin perder el tiempo ni dudar un instante empezó a dar forma a lo que quería: llegar a tener tres peluquerías y diferenciarse, buscar su propia autenticidad.
El éxito reside en hacer las cosas desde el corazón, y esa fue su clave. Pero también es muy importante sentirse acompañada y apoyada por personas cercanas. En este caso estaban los planetas alineados, su familia le daba facilidades y su compañero, no solo la animaba y la apoyaba en su sueño, sino que literalmente le ayudó a proyectarlo sobre el papel y materializarlo en la realidad.
Así fue como con 17 años Betty abrió su primera peluquería en el bajo de la casa de su madre, con ayuda de su marido diseñaron y adaptaron el espacio.
En diciembre del 82, cargada de ilusiones, reunió los pocos recursos de los que disponía y con un lava-cabezas, dos tocadores y un secador de casco empezó su proyecto profesional.
Fueron tiempos de mucho sacrificio que merecieron la pena. Betty puso el cien por cien de su energía en darle forma a todo lo que vino después.
EMPRENDIMIENTO
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Tres años más tarde era ya madre empresaria. Con dos hijos y una peluquería, se vio combinando su maternidad con las exigencias de tener un negocio propio. Son desde siempre claves en su desarrollo profesional las formaciones para poder estar actualizada en un sector que va a un ritmo veloz y exigente.
En el 91 traslada la peluquería a su casa, con un toque personal e innovador que la ayuda a diferenciarse y encontrar su propia identidad empresarial. Es luego cuando abre su segunda peluquería, alquilando un local que prestó servicios durante 15 años. En este tiempo hubo que remar con fuerza ante algunas dificultades, pero ella tuvo la fortaleza, el optimismo y la templanza de salir a flote.
Entre medias abre la actual peluquería en Pontevedra, en una zona que no auguraba demasiada visibilidad. Sin embargo, su seguridad y determinación le ayudaron a posicionarse y crecer.
CONTINUAR SOÑANDO
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Ella sabe de emprendimiento, de esfuerzo y de proyectar muy alto. Tiene una visión muy férrea de los valores que quiere que representen su negocio, no busca a las y los profesionales con más títulos, pero sí a aquellas personas que siendo buenas profesionales tienen también la ambición de prosperar, aprender y les apasiona la peluquería.
Prefiere dar a su equipo ella misma las formaciones exactas para trabajar en sus salones y, de esa manera, crear una línea especializada tanto en los procesos como en los resultados. Quiere tener un equipo que trabaje a gusto, disfrutando lo que hacen cada día. Su objetivo es que las personas que trabajan para ella lo hagan contentas y disfruten el tiempo que pasan allí dentro, así que no solo se esfuerza en los resultados, sino también en los procesos y la convivencia humana de las relaciones. Este combo, inevitablemente, repercute en la calidad del servicio que se le presta al cliente y en la satisfacción y profesionalidad de su equipo de trabajo.
La vida le ha devuelto todo este empeño poniendo a dos pilares a su lado, para ella totalmente indispensables. Primero su hija Tania decide estudiar peluquería y entra en el proyecto, luego también su hermana a través del sector de estética. Esto es punto de inflexión en su felicidad y orgullo profesional. En el presente Betty puede asegurar que sin ellas le resultaría difícil continuar adelante con tanta energía. Después de tanto esfuerzo, es un auténtico regalo sentirse acompañada y poder delegar funciones en personas de confianza.
Crisis del 2008 y está segura de que, aunque la situación actual no es fácil para nadie, hay que seguir poniendo la fuerza y energía en lo que cada una sueña. Ella sigue soñando con lo que ya tiene, y esto es algo que no todo el mundo puede decir, ella sueña lo que vive y vive lo que sueña. Llegados a este punto, ¿Cómo no va a estar convencida de que “lo que una se propone, una puede alcanzarlo”?
Betty peluquerías es sobre todo optimismo, constancia y cercanía, pero también es transmitir en cada mínimo detalle la coherencia de toda una filosofía de vida. Sin tapujos ni vergüenzas, de manera sencilla y natural, defiende los sueños que tuvo una niña de cuatro años y la tenacidad que puso en alcanzarlos.
TANIA
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Desde niña Tania es una persona con gran sensibilidad hacia su entorno. Su capacidad creativa le permite hacer realidad lo que desde niña proyecta. Se recuerda a sí misma peinando a su hermana pequeña, seguro que con ese mimo y tacto que desprenden las personas que disfrutan cuidando al resto, haciéndolas sentir bien. Desde siempre le gusta ayudar y aconsejar en cuestión de belleza. Una de sus pasiones siempre fue el deporte y todo lo relacionado con un estilo de vida saludable. Esto, unido a su vocación de cuidados y el respeto por el medioambiente, hizo que con el tiempo encontrase su especialización dentro del sector y se convirtiese en la impulsora de la reinvención de Betty Peluquerías. Vivió la profesión desde muy pequeñita. Como ella dice, creció entre “peines y tijeras”. Conoció la peluquería a través de la pasión que su madre demostraba. Con diecisiete años decide formar parte de este linaje de mujeres emprendedoras. En esta época estudiaba peluquería por las mañanas, trabajaba por las tardes con su madre y, a la vez, tenía un rol importante de responsabilidad dentro del núcleo familiar: Cuidaba a su hermana pequeña y contribuía a dar sostén familiar. Con veintiuno recibe la propuesta de ser la encargada del negocio. Ella, que ya había demostrado ser una persona emprendedora y responsable, siente en un principio que se le viene enorme y debe coger perspectiva para llevarlo a cabo sin desmoronarse. No solo es la responsabilidad que implica el trabajo a nivel profesional, sino el miedo de no cumplir la expectativa equivocándose.
NUEVO ENFOQUE EN LOS SALONES
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En este punto es fundamental la confianza que su madre le expresa, esa que llevan cultivando años. Tania se esfuerza al máximo, debe aprender un rol exigente siendo muy joven, y mantener el éxito del negocio aplicando sus propias fortalezas y siendo fiel consigo misma.
Con el tiempo encontró su propio camino. Quiso enfocar el negocio hacia la salud, es de esta manera cómo lo relaciona con su propio estilo de vida saludable, tanto físico como emocional, focalizando en mejorar el bienestar emocional de la clientela a través de un bienestar estético. Basándose en una belleza natural, quiso romper estereotipos y cánones, adaptarse a lo que su corazón dictaba y ser coherente consigo misma. Acudió a formaciones especializadas y añadió este nuevo paradigma que aumentó la calidad del servicio y promovió la reinvención de Betty Peluquerías. Esto no solo es una nueva filosofía en el negocio, sino que consiste en todo un estilo de vida, donde prima la belleza natural, la salud del cuero cabelludo y los productos ecológicos y conscientes que no dañan el planeta. De esa manera el trabajo (el hacer), es coherente con el sentir y el pensar. Son piezas de un puzzle que encajan en toda una composición holística.
FILOSOFÍA
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“Mejorar el aspecto de las personas, conectar con ellas y escucharlas, hace que mejore su estado anímico. Hacerlo cuidando el medioambiente y de manera natural es también nuestro compromiso con el planeta.” Se siente satisfecha con su presente, pero esto no quita las ganas que tiene de seguir progresando. Busca su propia autenticidad profesional siempre en continuo reciclaje y deja su propia impronta.
En la actualidad siente que tiene el equipo perfecto, no solo sigue emprendiendo de la mano de su madre, sino que hace mención a que cada profesional que trabaja a su lado es parte del alma del proyecto. El apoyo de su pareja y el apoyo de su hermana, así como el del resto de la familia, han sido fundamentales. Ella agradece a la vida y a las personas, de manera sencilla y natural, sin artificios, exactamente igual que la filosofía de vida que la caracteriza desde siempre y que ahora también caracteriza los salones de Betty Peluquerías.